El movimiento cíclico de las olas del mar puede generar, en cada ascenso y descenso, kilowatios de energía, pero hay que contar con la tecnología adecuada para aprovecharla. Ésta es la finalidad de la primera boya marina de Europa, colocada ayer frente a la costa de Santoña (Cantabria). Se trata de una boya de 17 toneladas de peso y siete metros de diámetro que, anclada al fondo marino, es capaz de convertir el oleaje en electricidad. Tiene una potencia de 40 kilowatios. Esta nueva energía renovable se ubica a cuatro kilómetros de la costa y, según sus promotores, el impacto visual es mínimo, ya que en superficie sólo aparecen las balizas para indicar su presencia, pero la mayor parte del mecanismo permanece sumergido, hasta 20 metros de profundidad. Además, para estabilizar la infraestructura, se han anclado tres boyas al fondo marino, a 50 metros de profundidad, y se ha diseñado con una inclinación de 60 grados para protegerla ante las tormentas del Cantábrico.
Una subestación marina conduce la energía generada, a través de un cable, que se conecta a la red eléctrica convencional para su distribución. El presupuesto de la primera fase del proyecto, incluida la infraestructura eléctrica marina, asciende a tres millones de euros.
Iberdrola prevé ubicar 10 boyas en la costa de Santoña, que generarán la electricidad que consumen 2.500 hogares en un año y evitarían la emisión de 2.600 toneladas de CO2 anuales. Por su parte, en el Faro del Pescador de Santoña se ubicará el centro de investigación de energía de las olas, para probar nuevas tecnologías.