viernes, 30 de noviembre de 2007

Los arquitectos Gerber diseñan el Burj al-Taqa o Torre Energética, el primer edificio autosuficiente


322 metros de altura que dan cobijo a oficinas, viviendas, un centro comercial y un hotel. La Torre Energética es un milagro de la técnica y un lugar para el disfrute. Sus diseñadores, los arquitectos Gerber, están muy lejos del desierto arábico: su despacho se encuentra en Dortmund, en el noroeste alemán. La Torre Energética ha sido diseñada en dos niveles. Por un lado se ha querido ahorrar el 60% de la energía que consume un rascacielos tradicional y, por el otro, se ha ideado el modo de que la torre genere por sí sola el 40% restante de energía que necesita”. Un gigantesco parasol giratorio de 4.000 metros cuadrados rodea el edificio de arriba abajo. Se mueve con el astro rey, o mejor dicho, tras él. De esta manera, da sombra pero no quita luz, y los paneles fotovoltaicos que lo cubren aprovechan los rayos para producir electricidad. “En la parte inferior del rascacielos hemos situado una zona comercial de tres planas cuyos techos están igualmente dotados de células fotoeléctricas. Esto son otros 8.000 metros cuadrados más de energía solar”, dice Lücking. Junto al rascacielos, una “isla solar” refresca el ambiente, y no sólo en sentido figurado. Sobre ella, unos espejos curvados captan los rayos del sol y los usan para calentar agua. El proceso desprende energía y la energía sirve para la refrigeración del edificio. “Y como tercer elemento”, continúa el arquitecto, “en la punta de la torre hemos colocado un turbina que produce electricidad a partir de la fuerza eólica”. La Torre Energética es de momento una realidad sólo sobre los planos de Gerber. Pero el príncipe de Bahréin parece interesado en añadir el rascacielos al perfil de su reino. Pese a que los precios del combustible no alcanzan en esta región los niveles occidentales, el calentamiento global y la eficiencia energética se están convirtiendo también en tema de debate. Y, sin embargo, en Gerber no se cierran ninguna puerta. La torre ha sido diseñada para la región climática del mundo árabe, pero podría convertirse con facilidad en un edificio acoplable a cualquier otro lugar del mundo. En definitiva, evitar que el aire fresco salga, o mantener en el interior el calor generado, es cuestión tan sólo de sencillos cambios. Y en cuanto al costo, todo es relativo, dice Lücking. “No tengo la más mínima duda de que merece la pena invertir en energías renovables. Según todos los pronósticos, la inversión inicial va a resultar más barata de lo que costarán las reparaciones a posteriori si el cambio climático sigue el curso actual”.

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